miércoles, 27 de agosto de 2014

Las dos extremidades del cielo

En Isaías 40:26 se lee: "Alcen los ojos y miren a los cielos: ¿Quién (מי) ha creado todo esto?...". Mientras que en Lamentaciones 2:13 se lee: "¿Qué (מה) testigo te traeré...?". Estas dos palabras, Mi (מי-quien) y Ma (מה-que) son los extremos del cielo; el cielo superior y el inferior, el cielo velado y el desvelado. Mi es el Macroprosopus (Arich Anpin) y Ma el microprosopus (Zeir Anpin).

Del aspecto Mi (מי-quien) se dice que es aquella esencia que puede ser buscada y anhelada pero jamás encontrada, jamás alcanzada; es aquella esencia que jamás podrá ser abarcada de alguna manera y que incluso con el sólo hecho de tratar de describirla ya la estamos limitando. Este es el cielo oculto, el cielo infinito, el cielo velado. Se podría decir de Mi, ¿Quién podrá abarcarlo, quién podrá llegar a él, quién podrá conocerle? El Ein Sof es incognoscible a todo e incluso el todo es nada frente a él.

Del aspecto Ma (מה-que) se dice que es aquella esencia que puede llegar a ser conocida y abarcada de alguna u otra forma a manera de cantidad hasta un sin número. Este es el cielo desvelado y alcanzable, el cielo revelado ante nuestros ojos. De Ma podría decirse, ¿Qué has alcanzado, qué tanto conoces, qué has buscado?

Mientras que el aspecto celestial de Mi es como el infinito, el aspecto de Ma reposa sobre cantidades y/o porciones. El aspecto de Mi es inabarcable e inalcanzable, mientras que el aspecto de Ma se puede abarcar y llegar a conocer ya sea en porciones bajas, altas o muy altas o muy muy altas, pero jamás llegará a la esencia infinita del Mi. Por esto se dice que la sabiduría de Di-s es Mi, mientras que la del hombre es Ma, pues un hombre puede ser sabio en gran medida y avanzar en su sabiduría más y más hasta niveles extraordinarios y exorbitantes pero jamás llegará a Mi, pues ¿Quién podrá alcanzarle? Al final sería mejor preguntar al sabio: ¿Qué tanto has alcanzado tú?

¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion?
Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te sanará?
Lamentaciones 2:13

Ma será testigo ante nosotros en el tribunal celeste al final de nuestras vidas: ¿qué tanto hizo él, qué alcanzó?, pero Mi nos hará a nosotros (la hija de Jerusalén) semejantes a Di-s. Mi nos comparará (a la hija de Sión) al altísimo Santo Bendito Sea, pero ahora grande es nuestro quebrantamiento (en Ma). Sólo y tan sólo Mi nos sanará.

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