Diálogos

Podría decirte que te amo, que la vida sin ti no vale la pena y de como aún mis sueños dependen ya de los tuyos sin medida, y que nada me separará de ti...

Podría decirte también que mi camino ya no es mío sino nuestro, y decirte que no te dejare atrás...

Podría decirte que el sonido que hoy tus dulces labios callan es poesía que me ata a tus hermosos ojos negros... Que es palabra que perdura y que gracias a eso, nada esta paz en mí perturba.

Podría contarte de como en mis noches de desvelo aún ahí eres el sueño mío, pues todos son de ti por este amor.

Pero prefiero no decir nada. Que sea mi alma de quien gustes y que en ella tú busques lo que no debo decir...

Por eso y más, mejor callo y no niego ni reclamo, y prefiero no hablar pues si digo luego fallo... Más si callo es por temor, no de errar, sino de que oyendo claro, no seas capaz de buscar más.

Y tal vez no debería decir esto, pero prefiero decirlo presto, a morir con la boca llenita de mil "Te quieros" que ya no me pertenecen más.

Te amo.

-

En lo más profundo de esos bellos ojos se guarda el fino toque y esencia de la más recóndita sabiduría. Uno de ellos rige y gobierna con rigor, mientras el otro no es movido si no es por misericordia. Ambos reinan en tu sagrado templo y más de un día han apreciado el lenguaje del infinito.

Tus bien formadas mejillas muestran la experiencia en el mundo, demostrando que tu lozanía y tus pocos años errando por la tierra no son impedimento para conocerla de pies a cabeza y saber cuales fuerzas mueven y moverán el globo.

Tu boca: esa sonrisa que muestra tanto y a la vez se esconde, tímida esa forma en tus labios trae la más alta luz y se oculta sonrojada sin conocerse así, ignorando qué representa, como el hombre más humilde que siendo lo más alto, se cree lo más bajo. ¡Quién diría que esa tierna boquita desde sus primeros y más inocentes días habría de recitar la más fina prosa de la profecía!

Tu nariz: tu identidad, la más grande prueba de que Di-s se manifiesta en los más sublimes detalles, dejando su esencia divina y arquetipos celestes reflejados en tus más simples facciones. Cuenta una leyeda que el Supremo entre sus contracciones e infinitas sucesiones hizo de tu nariz algo único en el Todo.

Tu frente: amplia como el vasto cielo, e incluso no tan limitada como para no dejar reposar en ella una estrella. ¿Cuántas noches habrás pasado frotando tu sapiencia tratando de viajar por aquel mundo sin despegar tus pies de esta cumbre? ¿Cuántas gotas de sudor han cruzado esos amplios horizontes? Una razón: ¡Divina voluntad la que mueve todo tu ser! Un sabio supo leer en la frente de los hombres su más íntimo. En la tuya encontraría lo inefable.

Tu rostro entero refleja más que una encarnizada lucha entre opuestos elementos; esa disputa de la naturaleza que en tus espejos se yergue, no es más que una eterna armonía entre ambos formando así la belleza pura y verdadera, perteneciente al mundo de la sagrada unión y los milagros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario